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Arquitectos: Saia Barbarese Toupouzanov Architectes
- Área: 22800 m²
- Año: 2020
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Fotografías:James Brittain
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Proveedores: AutoDesk, Demilec, Glen-Gery Brick, Qualum, Soprema, Versa-Lam
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Durante los últimos tres años, el estudio de arquitectura Saia Barbarese Topouzanov ha revitalizado el complejo residencial Saint-Michel Nord, un complejo de viviendas sociales de 185 unidades en el barrio de Saint-Michel de Montreal, diseñado por el arquitecto de Montreal Philip Bobrow a principios de la década de 1970, cuando el brutalismo estaba de moda. Ahora, el complejo cuenta con mucha luz y color, y se ha convertido en una parte alegre del paisaje, un entorno digno y respetuoso para todos los residentes.
Tras un estudio del conjunto habitacional -cuyos componentes habían llegado al final de su vida útil- la propuesta que finalmente se adoptó supuso una remodelación de todo el conjunto, incluyendo la creación de una calle en el centro de la manzana y la incorporación de una tercer piso a los edificios de dos pisos existentes. El resumen del proyecto incluía la reutilización de la estructura de madera de los edificios y el requisito de mantener el mismo número de unidades que antes.
Desafío arquitectónico
De acuerdo con los objetivos establecidos, la primera tarea de los arquitectos fue desarrollar una estrategia que abriera el bloque, mantuviera el mismo número de unidades, remediara la envolvente del edificio y los problemas de seguridad y, por último, creara un entorno de vida más orientado a la comunidad. La adición de una calle central compartida en el corazón del sitio, inspirada en el concepto woonerf, que se originó en los Países Bajos, requirió la demolición de seis de los pequeños edificios originales del complejo. La demolición se convirtió en una oportunidad para imbuir el desarrollo con un sentido de lugar al agregar pequeñas plazas públicas a lo largo de la calle compartida.
Los diseñadores pudieron mantener la misma cantidad de unidades que antes al agregar un tercer piso a ocho de los edificios de dos pisos del complejo. Otro objetivo del diseño del proyecto fue la eficiencia energética óptima, tanto para envolventes de edificios como para sistemas mecánicos. La calle compartida incluye zonas para peatones y vehículos con pavimento permeable, mientras que el plan de paisajismo presenta cuencas de retención de agua de lluvia y biorretención. Por último, el sitio está equipado con un innovador sistema de gestión de residuos y reciclaje que utiliza grandes contenedores parcialmente enterrados. Se protegieron numerosos árboles en el sitio.
Seguridad y comunidad
La calle compartida es muy importante para el proyecto porque permite caminos peatonales abiertos sin callejones sin salida, lo que mejora la sensación de seguridad de los residentes. Tres espacios comunitarios fueron rediseñados desde cero y reubicados en espacios más grandes y mejor iluminados. El complejo Saint-Michel Nord ahora tiene un centro comunitario más accesible, con todas las organizaciones con fachada a la calle. Hay un restaurante comunitario, una guardería, un espacio de juegos (Petite Maison) para niños de 6 a 12 años, un centro juvenil (Maison des jeunes) para niños de 12 a 17 años y una sala de usos múltiples.
Aberturas y luz
Los arquitectos tomaron tres decisiones estratégicas: usar más color, agregar balcones y escaleras de caracol para dar a todos los residentes acceso directo a sus departamentos y la creación de aberturas en los lados de los edificios que antes no tenían ventanas. Los departamentos fueron completamente renovados y equipados con ventanas más altas. Se modificaron los diseños interiores, particularmente en los edificios a los que se les dio un piso adicional. Las unidades en estos edificios estaban previamente separadas por un pasillo; ahora están cruzando los departamentos. Una segunda mejora fue equiparlos con balcones colgantes en lugar de empotrados, creando un espacio habitable adicional que es muy apreciado en climas cálidos, particularmente por personas de recursos modestos.
Identidad y materialidad
Los arquitectos se inspiraron en la obra de un gran artista venezolano, Carlos Cruz-Diez (1923-2019). Su obra, que aún hoy se ve en numerosos lugares públicos de Europa y Sudamérica, juega con los efectos cinéticos producidos por la cercanía y la superposición. El uso de dos colores similares para crear un tercero hizo posible producir siete colores distintos utilizando cuatro tonos base, desde un amarillo muy pálido hasta un rojo ladrillo intenso.
La composición de las fachadas estuvo determinada por la interacción de colores cálidos, dando como resultado una transformación completa de la imagen proyectada por el complejo. En este nuevo y alegre entorno, el uso del color ayuda a desarrollar el sentido de pertenencia e identidad de los residentes. Los arquitectos querían transformar las limitaciones en activos y ofrecer a los residentes un entorno digno, luminoso y seguro, interrumpiendo el estigma que rodea a la vivienda social y su asociación con la pobreza.
